Índice

1. ¿Es hora de reevaluar la energía nuclear?

El 28 de abril de 2025, la Península Ibérica sufrió el peor apagón de su historia reciente. A las 12:32 horas se perdió bruscamente unos 15 GW de generación en apenas cinco segundos (equivalente al 60% de la producción en ese momento), lo que colapsó la red española y desenchufó el enlace con Francia.

El apagón afectó a toda España y Portugal durante horas, paralizó líneas de tren, comunicaciones y servicios, y puso de manifiesto la vulnerabilidad de la infraestructura eléctrica. Fue un impacto inesperado, pero no del todo impredecible. Las primeras hipótesis apuntaron a un fenómeno inusual, pero esta versión fue rápidamente desmentida. Las causas aún se investigan y, aunque no hay una versión definitiva, las noticias y análisis que se han publicado a lo largo del último mes han puesto de manifiesto diversas causas que, aunque finalmente hayan sido desmentidas en los últimos días, han reabierto debates de diverso tipo. Entre los más señalados están la baja inercia del sistema eléctrico (resultado de una alta proporción de renovables durante las horas diurnas), la escasa interconexión con el resto de Europa, y la  fuerte dependencia del gas importado en un mundo cada vez más inestable.

Esta crisis energética intensifica un tema incómodo pero urgente; ¿Puede la energía nuclear ser considera como una fuente sostenible? Mientras que algunos países de la UE, como Francia o Finlandia, la integran como solución para reforzar la inercia del sistema eléctrico, garantizar la estabilidad de la red y reducir emisiones de carbono, otros aún muestran reticencias a incluirla como parte de su mix renovable.

Sin embargo, en un contexto de electrificación creciente y redes cada vez más volátiles, la capacidad de la nuclear para ofrecer baja huella de carbono y respaldo constante puede jugar un papel estratégico.

Este tipo de decisiones no solo impactan políticas energéticas, sino también cómo las empresas deben planificar y reportar su contribución a la sostenibilidad. La nueva normativa europea CSRD, una vez transpuesta, obligará a muchas organizaciones a informar con precisión sobre su huella ambiental, incluyendo emisiones, consumo energético y medidas de transición.

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2. Causas estructurales del apagón

Aunque las causas exactas del apagón del 28 de abril de 2025 aún no han sido plenamente identificadas, las diferentes investigaciones realizadas a partir del apagón han reabierto o intensificado un debate que llevaba ya tiempo en el aire. A continuación, se describen algunos de los elementos más mencionados en los análisis preliminares.

En los últimos años, España ha reducido drásticamente su uso de carbón, pero aún depende en parte del gas natural, importado principalmente por vías marítimas (dada la importancia creciente del GNL o Gas Natural Licuado) de fuentes muy dispersas (EEUU, Rusia, Argelia), para cubrir la demanda cuando no sopla el viento o brilla el sol. Este fenómeno se agrava por la escasa capacidad de interconexión con el resto de Europa, que sólo representa un 2-3% de la capacidad instalada, muy por debajo de los objetivos de la UE (10-15%). La interrupción es un claro aviso sobre la necesidad de reforzar nuestras redes y apostar por el almacenamiento de energía, como las baterías y las redes inteligentes.

Vista satelital del gran apagón del 28 de abril de 2025 en España y Portugal, captada por un satélite de la NASA, muestra el alcance de la crisis energética.
El apagón del 28 de abril de 2025 afectó a toda la península ibérica, paralizando no solo a España, sino también a regiones de Portugal y Andorra. La magnitud del corte obligó a reestructurar el suministro eléctrico en varios puntos durante el día siguiente, evidenciando la fragilidad de la red y renovando el interés por fuentes energéticas más estables.

El apagón también fue consecuencia de una combinación de factores técnicos inherentes a la propia operación del sistema eléctrico. A esa hora, la red operaba con una alta penetración de energías renovables, especialmente solar fotovoltaica, que representaba aproximadamente el 59% de la generación en la Península. Estas fuentes, al no contar con inercia rotacional como las centrales térmicas o nucleares, dificultan la estabilización de la frecuencia de la red ante perturbaciones repentinas. La caída repentina de generación en plantas solares, principalmente en el suroeste de España, provocó oscilaciones en los flujos de potencia, creando un “hueco de tensión” que desestabilizó todo el sistema. Además, la limitada capacidad de interconexión con Francia, que no superaba el 4,4% de la capacidad instalada, impidió importar energía para estabilizar la red, exacerbando aún más la situación. La falta de almacenamiento de energía rápido y la infraestructura de red diseñada para una generación centralizada no pudieron responder de manera adecuada al desequilibrio. Esta combinación de factores técnicos y estructurales puso al descubierto las vulnerabilidades críticas del sistema eléctrico español.

3. ¿Qué es el mix energético y cómo está compuesto en España?

El mix energético (de generación eléctrica) es la mezcla de fuentes de energía que utilizamos para producir electricidad. Incluye tecnologías gestionables (como nucleares, gas, carbón) y no gestionables (renovables como viento o sol). En 2024, España registró un récord histórico: el 56,8% de la electricidad vino de fuentes renovables. El desglose según Red Eléctrica es:

Fuente de energía

Porcentaje de generación (2024)

Energías Renovables

56,80%

– Eólica

23,20%

– Solar Fotovoltaica

17,00%

– Hidráulica

13,30%

– Solar Termoeléctrica

1,60%

– Otras Renovables

1,70%

Energía Nuclear

20,00%

Ciclos Combinados de Gas

13,60%

Cogeneraciones de Industrias

6,20%

Carbón

1,20%

Fuelóleo

1,70%

El mix energético varía a diario según la previsión de la demanda y generación, aunque hoy predominan las renovables con apoyo del gas y la energía nuclear. La energía nuclear en España es la segunda fuente tras la eólica. Cinco emplazamientos (Almaraz, Ascó, Vandellós y Cofrentes) suman unos 7,1 GW netos instalados, con siete reactores operativos (la última central puesta en marcha fue en los años 80). En 2024 generaron 52.391 GWh netos, el 19,98% de la electricidad, lo que confirma que “más del 20% de la electricidad que se consume en España proviene de la energía nuclear”.

Las centrales nucleares españolas tienen un factor de carga muy alto (similares a 7.400 horas equivalentes/año por GW instalado) y operan con estándares de seguridad estrictos. Gracias a su funcionamiento continuo, aportan una potencia rodante e inercia al sistema eléctrico, ayudando a mantener estable la frecuencia de red. En el mix actual, la nuclear actúa como fuente de carga base (operando al 90-100% casi todo el tiempo), lo cual complementa las renovables intermitentes y garantiza suministro en momentos sin sol ni viento.

4. ¿Por qué no se puede almacenar energía como pensamos?

En primer lugar, conviene aclarar que la electricidad (la energía que llega por los cables) no se almacena directamente: cualquier almacenamiento implica convertirla a otra forma de energía. La energía eléctrica no puede almacenarse como tal y es necesario transformarla en otros tipos, como energía mecánica o química”. Esto introduce siempre pérdidas de conversión y limita la escalabilidad. A diferencia de los combustibles líquidos o sólidos, la electricidad debe usarse al instante; por eso se exige un equilibrio continuo entre demanda y generación.

Los operadores del sistema pronostican la demanda horaria (teniendo en cuenta previsiones meteorológicas para eólica/solar) y programan las centrales gestionables para casarla. Sin embargo, una desviación imprevista (por ejemplo, caída repentina de generación solar o aumento de consumo) puede descompensar la frecuencia. De hecho, al originarse el apagón de abril, la reducción súbita de 15 GW en cinco segundos hizo saltar el límite de seguridad de la red.

Instalaciones de energía renovable con paneles solares y aerogeneradores en funcionamiento.
España es líder en Europa en capacidad fotovoltaica instalada y ocupa el cuarto lugar mundial en plantas solares a gran escala.

 

 Las fuentes intermitentes aumentan este reto: la fotovoltaica y la eólica dependen del clima y no pueden regular su producción a demanda. Al aumentar la potencia instalada fotovoltaica y eólica en España, la generación pasó a ser “fuente no gestionable…” que en momentos de exceso o escasez requiere de almacenamiento. Para enfrentar estos desafíos, existen diversas soluciones de almacenamiento energético:

  • Bombeo hidráulico. Es el sistema más implantado en España (capacidad instalada ~3.337 MW) y Europa. En horas de baja demanda se bombea agua a un embalse superior usando exceso de energía renovable; luego en horas punta se libera el agua para turbinar electricidad. El bombeo es una tecnología madura, rentable y con gran capacidad (permite almacenar GWh fácilmente). Actualmente la hidráulica reversa en España genera unos 4.747 GWh/mes en octubre de 2024, el doble que hace 15 años, demostrando su papel clave para cuadrar generación y demanda con renovables.

     

  • Baterías electroquímicas. Almacenan energía en compuestos químicos (por ejemplo, iones de litio). Son ideales para escalas de kW-MW y responden en milisegundos. Aunque su densidad energética es menor que la nuclear o el bombeo, las baterías son cada vez más baratas y escalables. Pueden instalarse junto a parques solares o eólicos (o incluso en automóviles eléctricos) para absorber picos de producción o cubrir cortos déficit. Permiten gestionar la intermitencia diaria y proporcionar servicios auxiliares a la red.

     

  • Hidrógeno verde (pilas de combustible). El exceso de electricidad puede usarse para electrólisis del agua, generando hidrógeno “verde”. Este combustible se almacena y luego se puede reconvertir a electricidad (en pilas de combustible) o usarse en industria y transporte. Iberdrola lo cataloga como “almacenamiento químico continuo”. Aunque la eficiencia ronda el 30-40%, el hidrógeno ofrece almacenamiento estacional (meses) y diversidad de usos, lo que lo hace prometedor a futuro.

     

  • Aire comprimido, térmico, volantes de inercia… Otras tecnologías complementarias incluyen el almacenamiento de aire comprimido (CSP), donde aire se comprime bajo tierra con energía excedente y luego se expande para mover turbinas; el almacenamiento térmico (p.ej. sales fundidas en plantas termosolares) que retiene calor para generar electricidad cuando es necesario; y sistemas de volantes de inercia o supercondensadores para intervenciones ultrarrápidas (segundos) en la red. Cada uno cubre distintos horizontes de tiempo y necesidades.

En respuesta a la pregunta “¿se puede almacenar la energía solar?” No de forma directa, la electricidad producida por el sol sí puede guardarse en estos sistemas. La integración de muchos paneles exige precisamente apoyo en almacenamiento. Con mayores renovables proyectadas, los sistemas de almacenamiento de energía (bombeo, baterías, hidrógeno, etc.) se muestran indispensables para garantizar un suministro estable sin recurrir a combustibles fósiles. El reto tecnológico es grande, pero las investigaciones y proyectos piloto en España y Europa avanzan continuamente.

 

5. ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de la energía nuclear?

La energía nuclear genera tanto apoyos como críticas. A continuación resumimos los argumentos principales a favor y en contra, ilustrando “10 ventajas de la energía nuclear” clave, junto a las críticas más frecuentes:

 

Ventajas

Desventajas y críticas

1. Bajas emisiones de carbono: Emite muy poco CO₂ durante su operación, clave para combatir el cambio climático.

1. Residuos radiactivos: Genera residuos de alta actividad que requieren almacenamiento a largo plazo.

2. Generación constante y planificable: Produce electricidad 24/7, independiente del clima.

2. Riesgo de accidentes: Casos como Chernóbil o Fukushima alimentan temores públicos.

3. Alta densidad energética: Un pequeño volumen de uranio produce mucha energía, con pocos residuos físicos.

3. Costes y tiempos altos de construcción: Requiere fuertes inversiones y plazos de hasta 10 años.

4. Costes operativos bajos: Una vez construida, la energía es barata de producir.

4. Dependencia del uranio (no renovable): España importa casi todo el combustible nuclear.

5. Aporta inercia al sistema eléctrico: Estabiliza la red ante variaciones, útil en sistemas con renovables.

5. Legislación restrictiva y oposición pública: Debates sociales y normativas complican nuevos proyectos.

6. Alta fiabilidad y larga vida útil: Operan con bajas tasas de fallo, con vida útil de 40 a 60 años.

 

7. Refuerza la soberanía energética: Reduce la dependencia de gas y petróleo importado.

 

8. Impulsa innovación tecnológica: Favorece avances en materiales, robótica y diseño de reactores.

 

9. Clave en la transición energética: Incluida en la taxonomía verde de la UE; respaldo internacional creciente.

 

10. Residuos comparativamente reducidos: Volumen pequeño frente a residuos de carbón/gas.

 

En síntesis, la energía nuclear ofrece ventajas claras como generador estable y casi libre de carbono, pero también plantea retos significativos de seguridad, residuos y costes. En el debate español contemporáneo se contraponen quienes abogan “a favor de la energía nuclear”, por garantizar suministro constante y bajas emisiones, frente a los defensores de “alternativas a la energía nuclear” basadas en renovables más almacenamiento.

6. ¿La energía nuclear es una energía renovable?

Técnicamente no. Las energías renovables provienen de recursos naturales inagotables (sol, viento, agua, geotermia, biomasa). Estos recursos “se reponen más rápido de lo que pueden consumirse”. En cambio, la energía nuclear depende del uranio, un metal finito en la corteza terrestre. Aunque Endesa y la OCDE-AEN destacan que hay reservas de uranio suficientes para “unos 120 años” al ritmo actual, esto implica que no es ilimitado. Por ello, la nuclear no entra en la categoría de energía renovable según los criterios habituales.

Sin embargo, tanto la nuclear como las renovables son consideradas energías limpias o bajas en carbono. La confusión surge porque la energía nuclear no emite CO₂ durante su generación (al igual que sol y viento). Como se señaló antes, “no produce gases de efecto invernadero”. Pero un recurso renovable es un ciclo natural constante. Por ejemplo, la solar proviene de la radiación del sol, la eólica del viento (movimiento de aire continuo), la hidroeléctrica del ciclo del agua, etc.. Todas ellas son inagotables a escala humana.

Central nuclear operativa generando energía con emisiones mínimas de carbono.
España no cuenta con minas activas de uranio, depende de su importación para alimentar sus centrales nucleares, clave en la transición energética y reducción de emisiones. Sin embargo, existe contradicción en cuanto a la existencia de uranio para su extracción en el territorio español.

En cambio, el uranio se extrae de minas; tras varios años de uso en el reactor queda como residuo o se puede reprocesar. Es un recurso mineral, no renovable. Por lo tanto la energía nuclear se clasifica como una fuente de energía no renovable. No obstante, sus impactos de emisiones y su aporte de descarbonización la hacen un complemento importante en la transición. En resumen: la energía nuclear no es renovable, pero sí una fuente baja en carbono, a diferencia del gas y el carbón. Las verdaderas energías renovables incluyen el sol, el viento, las mareas, la biomasa, la geotermia y la hidráulica.

Muestra de uranio natural, elemento base para la generación de energía nuclear.
Algunos geólogos discrepan en torno a las declaraciones gubernamentales sobre la inexistencia de uranio en el territorio español y afirman rotundamente su existencia.

 

7. Almacenamiento de energía: ¿Qué soluciones existen?

Las tecnologías de almacenamiento energético son clave para una red con mucha energía renovable. En la actualidad existen varias soluciones “estado del arte” y otras emergentes:

  • Bombeo hidroeléctrico: Es la forma de almacenamiento a gran escala más eficiente y extendida. En España hay decenas de plantas reversibles (p.ej. La Muela, Cortes de Pallás) con ~3.3 GW instalados. Aprovechan la infraestructura de embalses: en excedentes energéticos elevan agua (almacenamiento), y la liberan en demanda. Las ventajas son baja pérdida de energía, gran capacidad de acumulación y longevidad de instalación. Con la expansión renovable se está ampliando esta modalidad en proyectos nuevos (p.ej. planes para duplicar la capacidad peninsular a 5 GW en 2028).

     

  • Baterías (Li-ion, etc.): Tras las hidroeléctricas, las baterías son la tecnología más flexible. Operan a escalas desde kW (domésticas) hasta cientos de MW (sistemas interconectados). Proporcionan respuesta instantánea (milisegundos) y permiten gestionamientos puntuales de energía. En el corto plazo son la solución para picos y valles diarios: acumulan sol del mediodía y la suministran en la tarde/noche, por ejemplo. La caída en sus precios en la última década ha sido dramática, lo que impulsa su adopción masiva en grandes almacenes comunitarios y vehículos eléctricos (que a futuro podrían entregar energía a la red).

     

  • Almacenamiento de energía térmica: Son particularmente importantes en plantas termosolares y procesos industriales. Un ejemplo es el uso de sales fundidas o material refractario que acumula calor de alta temperatura. Este calor puede luego generar vapor y electricidad a demanda (e incluso utilizarse para calefacción urbana). Otros métodos incluyen acumuladores de hielo para refrigeración o calentamiento. El almacenamiento térmico puede cubrir escalas de horas a días.

     

  • Hidrógeno verde y pilas de combustible: Cuando hay excedentes eléctricos prolongados, se produce hidrógeno mediante electrólisis del agua. El H₂ así generado se almacena (en tanques o cavidades subterráneas) y puede reconvertirse a electricidad en pilas de combustible o usarse como combustible industrial o vehicular. El hidrógeno ofrece un almacenamiento de muy larga duración (estacional) y acopla el sistema eléctrico con otros sectores (transporte, industria). Su eficiencia global es aún baja, pero las inversiones en “puertas de hidrógeno” y electrolizadores apuntan a que será parte importante del futuro mix.

     

  • Otros sistemas innovadores: Aunque menos extendidos actualmente, destacan las baterías de flujo redox (con alta escalabilidad y vida útil), los volantes de inercia (almacenan energía rotacional para estabilizar la red en segundos) y los supercondensadores (excelentes para micro-picos de potencia). Incluso se exploran sistemas magnéticos o compresores de aire subterráneo (CAES) a gran escala. Cada tecnología aporta valor en diferentes horizontes temporales y costos.

     

En España y Europa ya hay ejemplos concretos. Además del bombeo tradicional, se han puesto en marcha baterías en parques solares (p.ej. 50 MW en instalaciones de Navarra) y en subestaciones como amortiguadores de picos. El PERTE de Energías Renovables y Almacenamiento del Gobierno español ha financiado varios proyectos con baterías de largo plazo (horas) y pequeños pilotos de hidrógeno en zonas aisladas. En Europa destacan iniciativas como el proyecto Desertec (almacenamiento térmico en planta solar del Magreb) y grandes baterías de Tesla en Alemania. La UE promueve también la investigación de volantes de inercia superconductores y redes de hidrógeno (“power-to-X”).

En el plano de futuro, se espera que la combinación de estas tecnologías sostenga una red dominada por renovables. El almacenamiento por bombeo y baterías disminuirá la intermitencia diaria, mientras el hidrógeno permitirá aprovechar excedentes estacionales. La clave es la versatilidad: utilizar el almacenamiento energético más apropiado según la escala y el tipo de demanda. Con visión de innovación, empresas y centros tecnológicos trabajan en baterías de flujo más baratas, redes inteligentes capaces de gestionar miles de puntos de carga, e incluso ideas disruptivas como almacenar energía en hidrógeno líquido criogénico o en materiales químicos avanzados. Pero la base son los sistemas conocidos: hoy en día, los sistemas de almacenamiento de energía activos y en construcción son la mejor garantía para integrar aún más renovables con seguridad.

8. ¿De dónde viene la energía nuclear? ¿Cómo se produce?

La energía nuclear comercial proviene del ciclo del combustible de uranio. El uranio es un elemento metálico presente en la corteza terrestre (principalmente como mineral). Se extrae en minas (en el mundo hay grandes productores como Kazajistán, Canadá, Australia). España dispone de ciertos yacimientos (Salamanca) con reservas aprovechables, pero su explotación está actualmente prohibida por ley debido a los residuos de minería. Por tanto, España importa casi todo su uranio. Este llega en forma de concentrados (“yellowcake”), que luego se envía a instalaciones de enriquecimiento en el extranjero (EEUU, Rusia, etc.). En ese proceso se aumenta el porcentaje de uranio-235 (de menos del 1% natural a ~3-5%).

El uranio enriquecido se convierte en pastillas que se agrupan en barras de combustible y se cargan en un reactor nuclear. Ahí, en una planta, los átomos de uranio se parten (fisión) al recibir neutrones, liberando gran calor (y más neutrones) en una reacción en cadena controlada. Ese calor calienta agua para generar vapor. El vapor mueve turbinas conectadas a generadores eléctricos, de modo idéntico al carbón o gas, pero sin quemar combustible fósil. Así se produce la electricidad nuclear de baja emisión. Un reactor típico funciona con el mismo combustible ~3-5 años, y luego ese combustible agotado permanece muy radiactivo. Es entonces almacenado en piscinas o seco, o bien enviado a reprocesado para extraer materiales útiles (combustible reciclado).

En España no hay minas activas de uranio, por lo que el combustible nuclear procede del extranjero. En 2024, por ejemplo, parte del uranio enriquecido llegó indirectamente vía Estados Unidos procedente de Rusia. Otras fuentes globales son África y América. Este combustible, de altísima densidad energética, alimenta nuestros reactores día tras día.

Para completar el panorama, hay alrededor de 422 reactores en operación en el mundo (33 países), que generan ~10,5% de la electricidad global. Países con uso intensivo nuclear son Francia (≈70% de su electricidad), Estados Unidos (~20%), China, Rusia, India y varios más. China, por ejemplo, tiene 55 reactores activos y construye 19 adicionales. En Europa, Francia, Bélgica, Reino Unido y Suecia mantienen una proporción alta (30-70%), mientras Alemania y otros la han eliminado por ley. En América, EEUU acaba de extender permisos hasta 2050 en algunos sitios, y México, Brasil y Argentina la usan también. Las nuevas tecnologías nucleares incluyen reactores más pequeños (SMR) o avanzados de sodio/litio que prometen mayor seguridad.

Ejemplos de energía nuclear: Además de España, muchos países son paradigmáticos. Francia es el caso más extremo en Europa, ya que invirtió masivamente desde los años 70 en nucleares (actualmente 56 reactores operativos, ~75 GW, producción ~295 TWh en 2022). Otro ejemplo es Estados Unidos, con 92 reactores ~100 GW que aportan ~800 TWh anuales. En Asia, Japón (tras Fukushima redujo su parque, pero planea reabrir unidades) y Corea del Sur (24 reactores, 30% su electricidad) son referentes. La creciente demanda está reimpulsando lugares nuevos: Emiratos Árabes (con 4 reactores inaugurados en 2021) y Egipto (lanzó su primer reactor en 2022) son ejemplos de países que comienzan su programa nuclear. Estos proyectos internacionales muestran tanto la escala de la tecnología como sus desafíos (plazos de construcción largos, rigor regulatorio, inversión elevada).

En resumen, la energía nuclear “viene” del uranio: un metal mineral cuyo ciclo industrial es complejo. España obtiene su electricidad nuclear a partir de la fisión de ese uranio importado, bajo estrictos controles. Las centrales nucleares españolas operan desde el sureste (Cofrentes) hasta el oeste (Almaraz), convirtiendo el ciclo del uranio en emisiones mínimas de carbono. A nivel mundial, decenas de miles de millones de personas en cientos de ciudades se benefician de centrales como Flamanville (Francia), Three Mile Island o Olkiluoto (Finlandia), y ahora muchos ven oportunidades en nuevos diseños más seguros (Reactores modulares pequeños, reactores de cuarta generación).

9. Conclusión

La crisis energética y el apagón de abril de 2025 han evidenciado los límites de nuestro sistema actual, pero también señalan oportunidades enormes para la innovación. La energía nuclear aparece en el debate con luces y sombras: ofrece bajas emisiones y estabilidad a cambio de desafíos técnicos y sociales. Las renovables eólica y solar prometen ser “el futuro”, pero sin avanzar en almacenamiento y red inteligente el sistema seguirá siendo vulnerable. El sector de la energía debe aprovechar este momento crítico para innovar: investigar almacenamiento de largo plazo, reforzar redes, desarrollar la cadena de fabricación nuclear (de fuel y equipos) y mejorar la gestión del consumo. Como advierten analistas, debemos intensificar la inversión en baterías y en tecnologías de red al ritmo de expansión renovable.

En España, esto implica planificar con visión estratégica. Se requiere colaboración entre gobiernos, industria y centros de I+D para poner en marcha proyectos pilotos (reactores modulares, parques de baterías nacionales, producción de hidrógeno) antes de 2030. También es esencial fomentar la formación de técnicos e ingenieros en los nuevos ámbitos energéticos y elevar la conciencia ciudadana: cada empresa y hogar debe adoptar medidas de eficiencia y ahorro. Debemos entender que “la energía no es infinita ni gratis”: cada consumo irresponsable expone la fragilidad del sistema. El conocimiento es poder, por lo que campañas educativas sobre la gestión energética ayudarán a sensibilizar.

En definitiva, la oportunidad está en nuestras manos. La transición energética no es sólo un cambio tecnológico sino un reto colectivo. Impulsar proyectos sostenibles, optimizar la cadena industrial y educar a profesionales y consumidores resultará decisivo para salir reforzados de la crisis. La «conciencia energética» debe consolidarse como valor social: utilizar energías renovables y nucleares de forma combinada puede crear un sistema más robusto y limpio. Que el apagón de 2025 sea el catalizador de una modernización urgente: invertir en innovación, como recomienda el informe de Red Eléctrica, es preparar el futuro energético seguro que necesitamos. Solo así se garantizará un abastecimiento sostenible y competitivo para las próximas décadas.

Preguntas Frecuentes (FAQs)

El apagón fue provocado por la pérdida súbita de unos 15 GW de generación en solo cinco segundos, que en una primera instancia se creyó que fue debido principalmente a la alta penetración de renovables intermitentes (como la solar) sin suficiente respaldo de almacenamiento ni inercia en la red. Sin embargo, las últimas noticias muestran que esta no fue la causa real, que se sigue investigando por parte de la empresa que está auditando el proceso.

El mix energético es la combinación de fuentes usadas para generar electricidad. En 2024, el 56,8% de la electricidad española provino de fuentes renovables, destacando la eólica (23,2%) y la solar fotovoltaica (17%). La energía nuclear aportó un 20%, seguida por el gas (13,6%) y otras fuentes menores como carbón y fuelóleo.

La energía nuclear se utiliza principalmente para generar electricidad de forma continua y estable, complementando a las renovables y reduciendo la dependencia de combustibles fósiles. También tiene aplicaciones en medicina, industria y propulsión naval, gracias a su capacidad de producir calor y energía sin emisiones de CO₂.

No. Aunque es una fuente limpia (baja en CO₂), depende del uranio, un recurso limitado. Por tanto, no es renovable, aunque sí juega un papel importante en la transición energética al complementar a las renovables intermitentes.

Beneficios:

  • Bajas emisiones de CO₂
  • Generación constante y predecible
  • Alta densidad energética y fiabilidad

 

Riesgos:

  • Producción de residuos radiactivos
  • Costes de construcción elevados
  • Riesgo de accidentes y oposición social

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